domingo, octubre 6, 2024
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Los infartos en los jóvenes son raros pero están aumentando por estas causas

Es cierto que los ataques cardíacos no suelen afectar a los adultos jóvenes, pero cada vez son más comunes, y aquí te compartimos lo que dicen los expertos que puedes hacer para prevenir un infarto a cualquier edad.

La tasa de ataques cardíacos de los adultos jóvenes aumentó

En 2019, solo el 0,3 % de los adultos estadounidenses de entre 18 y 44 años habían sufrido un infarto, según datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS, por sus siglas en inglés). Esa cifra aumentó al 0,5 % el año pasado. Por tanto, aunque los ataques cardíacos en este grupo de edad siguen siendo raros, los números indican un incremento de más del 66 % en los últimos cuatro años.

Como norma general, los ataques al corazón son mucho más comunes entre las personas mayores. De hecho, los datos del NCHS muestran que las tasas en todos los demás grupos de edad adulta han disminuido desde 2019. Los médicos y los científicos todavía están intentando descubrir qué está provocando los infartos en los adultos jóvenes, un grupo que históricamente ha tenido menos riesgo de sufrir eventos cardiovasculares agudos. No obstante, es probable que estén influyendo varias tendencias a la vez.

1. Las tasas de obesidad siguen creciendo

Los adultos menores de 50 años no son el único grupo de edad afectado por la llamada epidemia de obesidad, pero los expertos sospechan que su salud cardiovascular puede verse afectada de manera más dramática que la de las generaciones anteriores. “A pesar de que la obesidad ha aumentado en todos los grupos etáreos, la pendiente es mucho más pronunciada en los jóvenes que en los adultos mayores”, explica el doctor Andrew Moran, cardiólogo preventivo y epidemiólogo de la Universidad de Columbia.

Eso puede deberse, en parte, a que “los hábitos nutricionales se forman con bastante fuerza en la infancia”, según le explicó a Yahoo Vida y Estilo el doctor Noel Bairey Merz, profesor de cardiología de Cedars-Sinai. “Todavía como más o menos lo mismo que cuando crecía” en las décadas de 1950 y 1960, comentó. “Eso fue antes de que se extendiera la comida rápida y todos esos alimentos altamente procesados y snacks”, añadió.

Las dietas de baja calidad y los estilos de vida más sedentarios han contribuido al desarrollo de lo que Bairey Merz llama la “epidemia de diabesidad”, refiriéndose a los aumentos coincidentes en las tasas de obesidad y diabetes. La obesidad y la diabetes son los principales factores de riesgo para la presión arterial alta. Y los tres son factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares y los infartos porque pueden dañar los vasos sanguíneos y someter al corazón a un esfuerzo adicional.

2. El COVID puede haber impulsado un nuevo aumento de los ataques cardíacos prematuros

Ahora sabemos que el COVID-19 puede dañar el corazón y el sistema cardiovascular, en algunos casos causando una forma peligrosa de inflamación cardíaca llamada miocarditis, además de atacar los pulmones. Las infecciones graves son relativamente raras entre los jóvenes, pero cuando ocurren, a menudo afectan a quienes tienen factores de riesgo vinculados a los infartos, como la obesidad, apuntó Moran. “El efecto del virus sobre el músculo cardíaco ha provocado eventos cardiovasculares agudos relacionados con el COVID”, añadió.

Durante los dos primeros años de la pandemia de COVID, hubo un 30 % más de muertes por ataque cardiaco de lo que se esperaría entre las personas de 25 a 44 años, según un estudio. Otra investigación estimó que 4 de cada 100 personas en Estados Unidos desarrollan algún síntoma relacionado con el corazón en el año posterior a la recuperación de COVID.

3. Los hombres más jóvenes “no existen para el sistema de salud”

Los hombres de todas las edades son más propensos que las mujeres a sufrir ataques cardíacos. Pero los hombres jóvenes – muchos de los cuales ahora son obesos, diabéticos o padecen ambos problemas – pueden pasar desapercibidos con mayor facilidad, aunque tengan signos de advertencia, indicó Moran. “Una proporción de mujeres jóvenes terminarán en el sistema médico porque ven a un ginecólogo” ya que se recomienda una visita anual, explicó. “Pero los adultos jóvenes básicamente no existen para el sistema de atención de salud… No saben si tienen presión arterial alta o diabetes hasta que terminan en el hospital”.

4. Tabaquismo, diabetes, menstruación y estrés: factores de riesgo únicos para mujeres jóvenes

Algunas investigaciones sugieren que el aumento en las tasas de infartos ha sido más pronunciado entre las mujeres jóvenes. De 1995 a 2014, las hospitalizaciones por ataques cardiacos en mujeres de 35 a 54 años aumentaron de un 21 a un 31 %, según un estudio. Bairey Merz es una de las que intentan comprender por qué esa incidencia está aumentando entre las mujeres jóvenes. Tiene varias teorías: por un lado, “la epidemia de ‘diabesidad’ está contribuyendo evidentemente a una tasa creciente de enfermedades cardíacas. Y la diabetes es un factor de riesgo más relevante para las mujeres que para los hombres en el caso de los problemas cardiovasculares, aunque no sabemos el motivo”, explicó.

Por otro lado, también están los hábitos de fumar y vapear, que aumentan el riesgo de sufrir un ataque al corazón. “Estamos constatando la existencia de un grupo demográfico de mujeres universitarias que son más propensas a comenzar a fumar cuando van a la universidad… aduciendo que las ayuda a mantener el peso bajo control”, añadió Bairey Merz. También dijo que los cigarrillos electrónicos contribuyen de manera considerable a este problema y que es probable que sean tan malos para la salud cardiovascular como los cigarrillos tradicionales.

Por último, la relación entre el estrés, la menstruación y las hormonas supone un riesgo único de infarto de miocardio para las mujeres. Es un área de investigación emergente, según Bairey Merz, “pero los estudios están dejando claro que las mujeres más jóvenes se enfrentan a niveles mayores de estrés, ansiedad y presión, muchos de los cuales están relacionados con las redes sociales”. Los niveles elevados de estrés pueden alterar los ciclos menstruales. De hecho, pueden interrumpir los períodos. “Si no ovulas cada mes, tus niveles de estrógeno son muy bajos y ese es un factor que contribuye a las enfermedades cardíacas” y, como consecuencia, a los infartos, explicó Bairey Merz.

¿Qué puedes hacer para reducir el riesgo?

También hay buenas noticias: puedes hacer muchas cosas para disminuir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco desde ya.

Come mejor. “Consume alimentos frescos, incluidas frutas y verduras, y reduce la cantidad de productos envasados”, aconsejó Moran. “Si sigues ese consejo básico, vas a llevar una dieta mucho más baja en sodio”, que es crucial para prevenir las enfermedades cardíacas.

Actívate. “Crea hábitos viables”, como hacer las dos horas y media recomendadas de actividad física de intensidad moderada a la semana o caminar 7000 pasos cada día.

Deja el tabaco. “No fumes, da igual que sean cigarrillos electrónicos, que vapees o que fumes cannabis. Todo es lo mismo”, advirtió Bairey Merz. “No es seguro fumar tabaco ni cannabis”.

Duerme bien. Sarraju dijo que muchos adultos jóvenes quizá no sean conscientes de lo importante que es “la calidad y la cantidad del sueño” para la salud del corazón. La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda que los adultos tengan de siete a nueve horas de sueño cada noche.

Bebe menos alcohol. Antes se pensaba que una copa de vino tinto era saludable para el corazón, pero investigaciones recientes han desacreditado ese mito (y otros) sobre el consumo de alcohol. De hecho, ahora cualquier cantidad de alcohol se ha relacionado con mayores riesgos de enfermedad cardíaca.

Controla tu peso. Pregúntale a tu médico cuál sería un peso saludable para ti y mantenlo bajo control con “una buena dieta y actividad física diaria”, recomendó Bairey Merz.

Supervisa el colesterol, el azúcar en sangre y la presión arterial. Investiga cuál es tu presión arterial, así como los niveles de colesterol y azúcar en la sangre. “Existe una breve lista de pruebas que todo el mundo debería hacerse”, recordó Moran. Recomienda realizarte esos exámenes, hablar con tu médico sobre tus antecedentes familiares y preguntarle qué pasos debes dar para reducir los indicadores más altos.

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