Durante décadas, los polos del Sol han permanecido como una frontera inalcanzable para la ciencia. Ni los telescopios terrestres ni las sondas que viajan en el plano orbital habían podido observar directamente estas regiones extremas, donde se esconde una parte clave del campo magnético que impulsa la actividad de nuestra estrella.
Hoy, ese vacío comienza a llenarse. Por primera vez en la historia, una nave espacial obtuvo una vista cercana y directa del polo sur solar, revelando detalles del magnetismo polar que desafían por completo los modelos teóricos establecidos.
Solar Orbiter logra lo “imposible”
La misión responsable de este avance es Solar Orbiter, lanzada en 2020 por la Agencia Espacial Europea (ESA). La sonda consiguió elevarse por encima del plano orbital habitual de las naves espaciales y, en marzo de 2025, alcanzó una inclinación de 17 grados, suficiente para observar directamente los polos solares.
“Para comprender el ciclo magnético del Sol, aún nos faltaba conocer lo que ocurre en los polos”, explicó Sami Solanki, director del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar y coautor del estudio publicado el 5 de noviembre en The Astrophysical Journal Letters.
Los datos fueron recabados entre el 16 y el 24 de marzo por dos instrumentos clave: el Polarimetric and Helioseismic Imager (PHI) y el Extreme Ultraviolet Imager (EUI). Estas observaciones revelaron con detalle la “supergranulación” y la intrincada red magnética del polo sur.
Supergránulos solares viajan mucho más rápido de lo previsto
El hallazgo que más desconcertó a los expertos fue la velocidad a la que el magnetismo se desplaza hacia los polos. Las gigantescas células de plasma conocidas como supergránulos, cada una entre dos y tres veces el tamaño de la Tierra, arrastran los campos magnéticos a velocidades de 10 a 20 metros por segundo (entre 32 y 72 km/h).
Las cifras —publicadas también por Space.com— muestran un ritmo casi tan rápido como el de regiones cercanas al ecuador. Esto contradice contundentemente las estimaciones previas realizadas desde la Tierra o desde sondas en la eclíptica, que sugerían un movimiento mucho más lento en los polos.
Un engranaje clave en el ciclo magnético de 11 años
El Sol funciona como una compleja máquina magnética cuyo ciclo se extiende por unos 11 años. Este proceso determina la formación de manchas solares, erupciones y hasta tormentas capaces de afectar a la Tierra.
En la superficie solar, los flujos de plasma empujan el magnetismo hacia los polos; en el interior, la dirección se invierte y vuelve al ecuador. Este mecanismo, conocido como “cinta transportadora magnética”, es esencial para mantener activo el ciclo solar.
“Los supergránulos de los polos actúan como trazadores. Hacen visible por primera vez el componente polar de la circulación global del Sol”, explicó Lakshmi Pradeep Chitta, investigador del Instituto Max Planck y autor principal del estudio.
Una ventana inédita al corazón magnético del Sol
Aunque la teoría general del ciclo solar estaba establecida, lo que ocurría específicamente en los polos era apenas una suposición. Solar Orbiter ha comenzado a despejar ese misterio.
“Ahora podemos acceder a la pieza que faltaba del rompecabezas”, señaló Solanki.
Gracias a esta nueva perspectiva, los científicos pueden medir con mayor precisión la circulación global del plasma, el motor que alimenta la actividad magnética que influye en todo el sistema solar.
Les espera un nuevo capítulo: comprender qué ocurre en las capas internas del Sol, uno de los mayores enigmas pendientes. Pero algo es seguro: Solar Orbiter ha abierto una ventana sin precedentes hacia las regiones más ocultas de nuestra estrella. Una ventana desde la que, por primera vez, es posible observar de frente el corazón magnético del Sol.
Con información del Instituto Max Planck, The Astrophysical Journal Letters y Space.com.












