El Congreso de Guatemala está entrampado este domingo 14 de enero de 2024 en discusiones de última hora que retrasan la investidura como presidente del socialdemócrata Bernardo Arévalo de León, blanco de maniobras judiciales que buscaron durante meses invalidar la sorpresiva victoria que logró con su promesa de combatir la corrupción.
Pese a que la Constitución de Guatemala establece que el Congreso debe juramentar al nuevo presidente a más tardar a las 16H00 locales (22H00 GMT), pero al cumplirse este plazo ni siquiera estaba instalado el nuevo Parlamento.
“Los diputados tienen la responsabilidad de respetar la voluntad popular expresada en las urnas. Se está intentando vulnerar la democracia con ilegalidades, nimiedades y abusos de poder”, escribió Arévalo en la red social X (antes Twitter).
El Parlamento, mayoritariamente de derecha, no logra ponerse de acuerdo en la elección de la nueva junta directiva debido a que discute si declarar “independientes” al grupo de congresistas del partido Semilla de Arévalo de León, en virtud de una orden judicial de suspensión de ese movimiento político por supuestas irregularidades en su creación.
El retraso de la investidura desató malestar entre los cientos de seguidores de Arévalo, entre ellos muchas personas indígenas, que -entre empujones con la Policía- se abrieron paso para acercarse a la sede parlamentaria. Hasta ahora, la Policía no ha reprimido la manifestación.
Como muestra del respaldo, al traspaso de mando asisten el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, delegados de Washington, el rey de España, Felipe VI, y, entre otros, los presidentes de Colombia, Chile, Honduras y Panamá.