Aunque consuman la misma cantidad de alcohol, las mujeres suelen sentir sus efectos con mayor rapidez e intensidad que los hombres. Lejos de ser un mito o una cuestión de “tolerancia”, la ciencia ha demostrado que el cuerpo femenino procesa el alcohol de forma distinta, desde el estómago hasta el cerebro, lo que también incrementa el riesgo de dependencia.
La filósofa francesa Simone de Beauvoir solía bromear con que dos copas de vino bastaban para marearla. Décadas después, la investigación científica confirma que no se trataba de una exageración: el organismo femenino metaboliza el alcohol de manera diferente, permitiendo que una mayor cantidad llegue al torrente sanguíneo y al cerebro.
Cómo circula el alcohol en el cuerpo
El alcohol comienza a afectar al organismo casi de inmediato. Incluso antes de llegar al estómago, las papilas gustativas envían señales al cerebro que modifican la frecuencia cardíaca y la química cerebral. Tras ser ingerido, una pequeña parte se absorbe en el estómago, pero la mayoría pasa al intestino delgado y entra rápidamente en la sangre.
En esta primera fase, una enzima llamada alcohol deshidrogenasa (ADH) ayuda a descomponer parte del alcohol antes de que llegue al torrente sanguíneo. Diversos estudios han demostrado que las mujeres tienen menor cantidad de esta enzima en el estómago, por lo que filtran menos alcohol en esta etapa inicial.
Una investigación realizada en 1990, en la que hombres y mujeres consumieron la misma cantidad de alcohol ajustada a su peso corporal, reveló que ellas presentaban niveles más altos de alcohol en sangre, pese a haber bebido lo mismo.
El debate del peso corporal
Algunos especialistas, como el psicofarmacólogo alemán Rainer Spanagel, señalan que el peso corporal es un factor clave. El alcohol se distribuye de manera uniforme en los compartimentos del cuerpo, incluidos los órganos y el cerebro. En cuerpos más pequeños, la concentración de alcohol es mayor.
Sin embargo, otros expertos advierten que el peso por sí solo no explica completamente por qué el alcohol afecta más a las mujeres.
Más allá del tamaño: grasa, agua y cerebro
La composición corporal también juega un papel determinante. En promedio, las mujeres tienen más grasa corporal y menos agua que los hombres. Dado que el alcohol se diluye en el agua corporal, esta diferencia provoca que el etanol se concentre más en la sangre femenina.
A esto se suma la menor presencia de ADH y una respuesta cerebral distinta. Investigadores señalan que el alcohol genera cambios más intensos en los sistemas de recompensa del cerebro femenino.
Mayor riesgo de adicción
Una vez que el alcohol llega al cerebro, las mujeres presentan un fenómeno conocido como “telescoping”, una progresión más rápida del consumo ocasional a la dependencia. Estudios muestran que avanzan con mayor rapidez hacia problemas graves relacionados con el alcohol y suelen necesitar tratamiento tras menos años de consumo y con una menor cantidad total ingerida a lo largo de su vida.
Las hormonas también influyen. El estradiol, principal hormona producida por los ovarios, potencia la liberación de dopamina, el neurotransmisor asociado al placer. Como el alcohol incrementa indirectamente la dopamina, este efecto se amplifica en el cerebro femenino, especialmente durante la ovulación.
No es debilidad, es biología
Los expertos coinciden en que el mayor impacto del alcohol en las mujeres no se debe a una menor “resistencia”, sino a una combinación de factores biológicos: enzimas, composición corporal, hormonas y funcionamiento cerebral.
Comprender estas diferencias resulta clave para la prevención, la salud pública y la concientización sobre los riesgos del consumo de alcohol, especialmente entre las mujeres, un sector donde el aumento del consumo en los últimos años ha encendido alertas a nivel mundial.












