Veinticinco años después de su estreno, Amores Perros volvió a proyectarse en el Palacio de Bellas Artes, el recinto cultural más emblemático del país. La función de aniversario no solo rindió homenaje a una película que marcó al cine mexicano, sino que fue el escenario de un reencuentro largamente esperado: Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga, director y guionista de la cinta, sellaron públicamente su reconciliación después de dos décadas de distanciamiento.
“Desafortunadamente, hace 20 años hubo una fractura muy dolorosa, originada por desencuentros y distintos puntos de vista”, reconoció Iñárritu ante un público que lo aplaudió de pie. “Pero este aniversario ha sido el marco perfecto para reencontrar ese cariño profundo y mutuo que siempre compartimos. En un mundo lleno de intolerancia, hemos decidido reconstruir esa hermandad”.
A su lado, Arriaga —autor de El salvaje y ganador del premio Alfaguara 2020— respondió emocionado: “Aun en momentos de heridas profundas siempre existe la posibilidad de la conciliación. En un momento tan complicado del mundo, que este señor y yo estemos juntos de nuevo, como lo que siempre fuimos: hermanos, es algo muy poderoso”.
La velada, organizada por la Secretaría de Cultura, el Imcine y el Inbal, cerró con un concierto del argentino Gustavo Santaolalla, compositor de la banda sonora original, quien hizo vibrar nuevamente los acordes que marcaron a toda una generación.
‘Sueño Perro’: el regreso del celuloide
La celebración del 25 aniversario también se extiende al mundo del arte contemporáneo con la instalación “Sueño Perro: Instalación Celuloide”, creada por Iñárritu. La muestra recorrerá tres sedes internacionales: Fondazione Prada en Milán (septiembre 2025 – febrero 2026), LagoAlgo en Ciudad de México (octubre 2025 – enero 2026) y el LACMA de Los Ángeles (primavera 2026).
La obra rescata más de 16 millones de fotogramas inéditos que quedaron fuera del montaje original de Amores Perros y que fueron hallados en los archivos de la UNAM. Iñárritu los transforma en un “mosaico de celuloide y sonido” que invita al espectador a adentrarse en un laberinto de proyecciones analógicas de 35 mm.
“Desprovista de toda narrativa, esta instalación no es un homenaje sino una resurrección”, explicó el cineasta. “Es como conocer a un viejo amigo que nunca hemos visto antes”.
La muestra incluirá además una intervención del escritor Juan Villoro, titulada México 2000: el momento que estalló, que reflexiona sobre la relevancia social y política del filme en el contexto de la transición democrática mexicana.
“Mi vida no la entiendo sin ‘Amores Perros’”
Durante las celebraciones, Gael García Bernal, protagonista de la película, recordó en entrevista el impacto que tuvo en su vida y en la cinematografía nacional.
“Mi vida no la entiendo sin Amores Perros; me cambió completamente. Fue una película que le habló al mundo entero y con la que Latinoamérica se identificó muy fuerte”, confesó.
El actor destacó además cómo el cine mexicano pasó de producir apenas unas cuantas películas al año a ser una industria cultural vibrante. “Fue una época de inocencia y libertad de expresión. Hoy la Ciudad de México es una de las mejores ciudades del mundo para la cultura”, dijo.
Para García Bernal, volver a verla en pantalla grande es volver a sentir su impacto original: “Experimentarla en una sala es fundamental. Me tocó ver cómo la gente salía completamente atravesada”.

Una emoción que sigue viva
A 25 años de su estreno, Amores Perros —esa historia de tres vidas cruzadas por un accidente y por las fracturas de un país— sigue siendo un espejo de la realidad mexicana.
La proyección en Bellas Artes, el reencuentro de sus creadores y la nueva instalación de Iñárritu confirman que, más que nostalgia, lo que despierta la película es una emoción que sigue viva: la de reconocernos en nuestras propias heridas.