Oasis saldó este viernes una deuda de 17 años con sus seguidores mexicanos. Con un estadio repleto, cuerpos apiñados y un mar de voces al unísono, Liam y Noel Gallagher reaparecieron tomados de la mano, regalando a miles de fans una noche que parecía imposible.
La primera nota de Hello desató un estallido colectivo, y a partir de ahí el setlist recorrió los himnos de Definitely Maybe y (What’s the Story) Morning Glory?. Desde Morning Glory hasta Don’t Look Back in Anger, cada acorde se convirtió en memoria viva.
La víspera, drones habían iluminado el cielo de Chapultepec con el logo de la banda, presagiando lo que sería un momento histórico. Afuera del recinto, camisetas noventeras, vinilos y gorras icónicas pintaban un paisaje nostálgico, mientras Cage the Elephant calentaba motores como teloneros.
El público respondió a cada gesto: Stand by Me transformó al estadio en una constelación de celulares, Live Forever rindió tributo a The Beatles con un guiño de Octopus’s Garden, y Wonderwall fue entonada como un solo coro universal. Champagne Supernova cerró la velada con una ovación que pareció interminable.

“Esperé media vida para esto”, dijo entre lágrimas Nancy Sánchez, de Guadalajara, durante Don’t Look Back in Anger. Otros lo llamaron un “Woodstock mexicano”.
La última vez que Oasis estuvo en México fue en 2008, en el Palacio de los Deportes. Hoy, con la gira Live ’25, los Gallagher dejaron claro que, más allá de los años y los desencuentros, la música sigue siendo su territorio compartido. Y para los fans, el reencuentro no solo fue un concierto: fue el regreso de una leyenda.