Entre esqueletos, ajolotes, mariposas monarca, catrinas y muchos elementos más representativos de México, se realizó el Gran desfile de Día de Muertos de la Ciudad de México.
La compañía de Teatro D’Bolsillo de esculturas vivientes de barro representativas de la cultura zapoteca, del estado de Oaxaca abrió el desfile que, de acuerdo a datos de la SSC, reunió a un millón 300 mil personas a su paso por Paseo de la Reforma, desde la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec y por avenida Juárez y Cinco de Mayo hasta al Zócalo.
Detrás desfiló un contingente de danzantes de concheros, seguidos de un monumental ajolote, que representa al dios azteca Xólotl, y en el primer carro alegórico un perro xoloitzcuintle al frente de una canoa, transporte tradicional del México antiguo que aún se preserva en la zona chinampera de Xochimilco.
Ámbos, en la cultura azteca guían a las almas al inframundo
Participaron 70 contingentes con más de seis mil personas, principalmente de los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares), las Fabricas de Artes y Oficios (Faros) y las Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión Social (Utopías) de Iztapalapa.
Otras deidades prehispánicas que se hicieron presentes en el desfile fue Coatlícue y la representación de sus 400 hijos, que tiene en su atuendo la representación de la vida y la muerte.
De otras entidades del país desfilaron del estado de Puebla Aguiluchos Marching Band con más de 200 músicos, seguida por danzas de diferentes regiones del país Flor de Piña del Itsmo de Tehuantepec,
Diablos de la costa chica de Guerrero y Oaxaca, comparsas de San Francisco Tlaltenco en Tláhuac, un caleidoscopio del estado de Campeche con diferentes vestimentas y casi al final viejos de corpus de Temascalcingi en el estado de México, entre mls más celebrados por la multitud.
Muy ovacionada por la gente fue también la participación del Salón Los Ángeles con dos carros, uno con sus rumberas y pachucos y la otra con la orquesta interpretando danzones y la clásica frase: “Quien no conoce Los Ángeles no conoce México”.
Y es que para los mexicanos, la muerte no es el final, es parte del camino de ida y vuelta y cada año los muertos regresan del Mictlán. Todas las ciudades se ilumina, las plazas se convierten en ofrendas llenas del colorido de las flores de cempasúchil y el papel picado.