Una sorpresa solar tiene desconcertados a astrofísicos de todo el mundo. Tras más de dos décadas de aparente declive hacia un prolongado mínimo de actividad, nuestra estrella ha dado un giro inesperado desde 2008, desafiando las proyecciones más aceptadas.
El hallazgo, publicado en The Astrophysical Journal Letters por un equipo del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, confirma que el Sol quebró una tendencia descendente sostenida desde la década de 1980.
El punto de inflexión ocurrió en 2008, cuando se registró el mínimo histórico de actividad solar en la era moderna. Desde entonces, el viento solar ha aumentado un 6 % en velocidad, un 26 % en densidad y un 29 % en temperatura, acompañado de un campo magnético 31 % más intenso.
“Todo apuntaba a que el Sol iba a entrar en una fase prolongada de baja actividad. Por eso fue una sorpresa ver que esa tendencia se invirtió. El Sol está despertando lentamente”, explicó Jamie Jasinski, físico del JPL y autor principal del estudio.
Un desafío a las predicciones
Hasta ahora, los ciclos solares de 11 años se entendían principalmente a través de la fluctuación en el número de manchas solares. Sin embargo, este repunte inesperado obliga a replantear los modelos existentes y a considerar otros factores, como el ciclo magnético de Hale, de 22 años.
Los expertos subrayan que la debilidad del ciclo solar 24 (2008-2019) fue probablemente una anomalía y no el inicio de un gran mínimo como los de Maunder (1645-1715) o Dalton (1790-1830).
Riesgos y futuro de la investigación
El aumento de la actividad solar no es solo un enigma científico: las tormentas solares pueden afectar redes eléctricas, sistemas de comunicación, satélites y misiones espaciales. Por ello, la NASA impulsa proyectos como la misión IMAP y el Observatorio Geocorona Carruthers, que buscan entender mejor el clima espacial y sus implicaciones para viajes a la Luna y Marte.
En conclusión, el Sol no se está “apagando”, como muchos temían hace apenas dos décadas. Al contrario, está mostrando un repunte que podría redefinir la forma en que comprendemos su dinámica y su impacto en la Tierra.