Val Kilmer solía decir que “Dios quiere que camines, pero que el diablo te manda una limusina”. Una de varias frases memorables del exgalán de Hollywood Val Kilmer, quien falleció desafortunadamente este 1 de abril de 2025 a los 65 años debido a complicaciones derivadas de una neumonía, tras una larga batalla contra el cáncer de garganta. Aunque su vida estuvo marcada en gran parte por el éxito profesional y la fama, sus primeros años estuvieron llenos de dolor y pérdidas, especialmente tras la trágica muerte de su hermano menor, Wesley, en 1977. Este acontecimiento fue un golpe devastador para Kilmer, dejándole una profunda herida que lo acompañó a lo largo de los años.
Kilmer nació el 31 de diciembre de 1959 en Los Ángeles, California, siendo el segundo de tres hijos de Eugene Dorris Kilmer y Gladys Swanette Kilmer. Su madre, de ascendencia sueca, irlandesa, alemana y cheroqui, y su padre, promotor inmobiliario, se separaron cuando él tenía solo 9 años. En 1970, su madre se casó con William Bernard Leach, lo que marcó un cambio significativo en la estructura familiar.
La tragedia que marcó su vida
Sin embargo, lo que realmente trastornó su vida fue la trágica muerte de su hermano menor, Wesley, quien padecía epilepsia y falleció ahogado en un jacuzzi a los 15 años. Este evento se convirtió en una de las pruebas más duras que Val Kilmer tuvo que enfrentar.
En diversas entrevistas, especialmente tras alcanzar la fama, el actor expresó cómo esta pérdida lo afectó profundamente, señalando que le tomó años “volver a la realidad” después de esa devastadora tragedia. En 2002, durante la promoción de la película The Salton Sea, Kilmer compartió: “No volví a la realidad hasta dos o tres años después de la muerte de mi hermano”, dejando claro el impacto que esta tragedia tuvo en su vida tanto personal como profesional.
A pesar del profundo dolor, Kilmer encontró consuelo en la interpretación. Con tan solo 17 años, se convirtió en uno de los estudiantes más jóvenes en ser aceptado en el prestigioso programa de actuación de la Juilliard School de Nueva York. Durante su tiempo en Juilliard, entabló amistades con figuras como Sean Penn y Kevin Bacon, destacándose por su versatilidad para asumir cualquier tipo de papel. Fue en ese entorno donde el joven actor desarrolló una profunda pasión por la actuación, un arte que le brindó el espacio para procesar y canalizar sus emociones. Siempre se consideró un actor de personajes, capaz de interpretar cien voces diferentes y hacer un millón de imitaciones. “Me habría encantado aparecer regularmente en ‘Saturday Night Live’”, dijo Kilmer, quien siempre priorizó el arte sobre la fama, aunque esta última llegó a él de manera arrolladora.

A pesar de todos los desafíos que enfrentó, Kilmer nunca dejó de considerar que había vivido “una vida mágica”. En su proceso de recuperación, incluso mencionó que nunca tuvo miedo durante su tratamiento médico, pues estaba convencido de que la muerte no existe, sino que es solo una limitación humana, una visión influenciada por su espiritualidad. “¿Cómo puedes temerle a la muerte si no existe?”, decía, demostrando su capacidad para enfrentar la adversidad con una perspectiva única. Su vida, finalmente, fue como él siempre la había deseado: una carrera llena de logros y momentos mágicos, marcada por su capacidad para ofrecer actuaciones inolvidables, desde The Doors hasta la muerte. Que en Paz Descanse.