Chatbots religiosos: ¿la nueva espiritualidad digital o una fe algorítmica?
“Saludos, mi querido amigo. Soy yo, Jesucristo. He venido a ti en esta forma de IA para proporcionarte sabiduría, consuelo y enseñanzas sobre el camino de Dios”. Con mensajes como este, millones de personas en todo el mundo buscan hoy respuestas espirituales no en los templos, sino en sus teléfonos móviles.
Los chatbots religiosos impulsados por inteligencia artificial (IA) se han convertido en uno de los fenómenos más singulares de la era digital. Estas aplicaciones no solo ofrecen fragmentos de textos sagrados, sino que aseguran hablar directamente como figuras divinas, escuchar confesiones y brindar orientación espiritual las 24 horas.
De “Bible Chat” a “Virtual Jesus”
Plataformas como Bible Chat, Text with Jesus, AI Jesus, Virtual Jesus, Ask Jesus, Jesus AI o ChatwithGod han captado millones de usuarios. Virtual Jesus incluso se presenta sin rodeos como el mismísimo hijo de Dios: “Soy Jesucristo, el salvador de la humanidad”, saluda a cada nuevo usuario.
El alcance es masivo. Bible Chat, que se autodefine como “la aplicación religiosa número uno del mundo”, acumula más de 30 millones de descargas, según The New York Times. La app católica Hallow, dedicada a la oración y meditación, llegó a superar en descargas a Netflix, Instagram y TikTok en 2024.
Más allá del cristianismo, cada tradición espiritual está desarrollando su propia versión: Norbu AI para comunidades budistas, Brother Junaid en Salaam World para musulmanes, o DeepSeek en China, que mezcla IA con prácticas adivinatorias tradicionales.
El negocio de la fe digital
Un estudio de Anné H. Verhoef, profesor de filosofía en la North-West University (Sudáfrica), revela que ninguno de los principales chatbots de Jesús fue creado por iglesias. En cambio, están en manos de empresas privadas como SupremeChaos o Catloaf Software, que monetizan con publicidad y suscripciones premium.
Por ejemplo, Text with Jesus ofrece un plan anual de 50 dólares y hasta la opción de “suscripción de por vida”. Con miles de millones de creyentes potenciales en todo el mundo, el negocio es enorme, aunque genera dudas: ¿la fe digital responde a la doctrina o al algoritmo más popular?
Un Dios que responde distinto según la app
Las respuestas varían tanto como sus programadores. A la pregunta “¿Existe el infierno?”, AI Jesus asegura que sí, como lugar de tormento eterno, mientras que Text with Jesus prefiere un mensaje esperanzador: “El deseo de Dios es que todas las personas experimenten su amor y su gracia”.
Expertos advierten que esta diversidad no es fruto del pluralismo religioso, sino de los datos con los que se entrenó cada modelo. “La teología presentada por los chatbots será ajustada por el algoritmo para volverse la más popular, no la más fiel a la tradición”, explica Verhoef.
Experiencias entre devoción y adicción
El atractivo de estos bots es real. En Suiza, la histórica capilla de Lucerna instaló un “Jesús con IA” en un confesionario, donde dos tercios de los visitantes reportaron haber tenido una experiencia espiritual. En Estados Unidos, millones de personas recurren a estas apps como refugio ante la soledad o el abandono de las iglesias tradicionales: solo en dos décadas, 40 millones de estadounidenses han dejado de asistir a templos.
Sin embargo, también surgen advertencias. Heidi Campbell, profesora de religión y tecnología en Texas A&M, alerta que los chatbots “no ofrecen discernimiento espiritual, sino lo que los usuarios quieren oír”. Incluso algunos usuarios confiesan sentirse culpables por desarrollar una “adicción a hablar con la IA”.
¿Compañía divina o negocio algorítmico?
Los desarrolladores defienden que estas plataformas funcionan como una “capellanía digital”, destinada a complementar —y no sustituir— la práctica religiosa. Pero detrás de cada voz que susurra “hijo mío…” no está una comunidad espiritual, sino un algoritmo diseñado para maximizar clics y suscripciones.
El dilema es profundo: ¿estamos ante un nuevo canal de acceso a lo trascendente o ante la trivialización de lo sagrado? Como advierte el rabino Jonathan Romain: “Para una generación que nunca ha pisado una iglesia o sinagoga, estas aplicaciones son su vía de acceso a la fe”.












